Con ojos prestados / Detrás del callejón

Vivo en un pequeño piso de una calle no muy grande. Mi madre casi nunca está conmigo y sólo tengo a Flop...pero los perros no saben hablar.
-Me encanta la feria...¿tú en que atracciones te vas a montar?Yo en...-La voz se fue alejando, pero ya me había despertado. Total, ya era hora de levantarse.
Me levanté y me miré al espejo: mis ojos castaños y mi piel morena eran los de siempre. Seguía siendo la misma Sara.
Tenía hambre, así que me dirigí a la nevera a coger algo. Después de desayunar salí de casa. Había mucha gente en la calle...¡Qué extraño! Me dirigí a donde iba todo el mundo.Flop me seguía moviendo la cola. ¡Claro! Todo el mundo iba a la feria...¿Cómo se me habrá olvidado?
La portada era increíble. Pase por debajo y estuve dando vueltas por la feria horas y horas...o al menos eso me pareció a mi. Me paraba en algunas casetas, escuchaba sevillanas, veía a la gente bailar, escuchaba a los payasos, etc. Al final mis pasos me llevaron a...¡la calle del infierno! Hay si que estuve horas dando vueltas, me paraba en cada atracción y la observaba hasta que acababa. Al fin, me atreví a acercarme a una atracción.
-¿Puedo montarme?-Pregunté.
-Claro. Son tres euros.-Me dijo el encargado con cara de amargado.
-Oh.-Si le hubiese pedido dinero a mi madre sólo habría conseguido miradas de tristeza. Además tendría que encontrarla: estaría vendiendo romero o cualquier otra cosa por algún sitio.
-Si no te vas a montar, lárgate.- Yo me fui algo triste. Pasé de nuevo por la feria y por la portada. No es justo que algunos tengan mucho, y otros, nada. Empezó a llover. El tiempo acompañaba mi ánimo. Me tapé la cabeza con la chaqueta y echamos a correr. Flop se metió en todos los charcos que encontramos. Que bien se lo estaba pasando. Llegamos a casa empapados. Yo me asomé a la ventana: la gente corría. No era un buen día. Otro año sería mejor para mi. O, mejor dicho, otra vida.

Semana Santa

Esta semana santa se ha estropeado, pero no es tan extraño: todas las semanas santas, o la mayoría, llueve. Se han quedado algunas cofradias sin salir, pero otras que no han podido salir los años anteriores, han salido. Quedé con mis amigos y vimos algunas cofradias. Era el sábado santo. Pero claro, me lo habría pasado mejor si no hubiese ido antes de "madrugá": vimos todos los pasos que salieron y más de una vez. Pero estuvimos 10 horas en la calle y luego 8 horas más (con 4 horas de por medio tumbada en el salón pero sin conseguir dormir). Fue una paliza, pero valió la pena.-"Esto hay que repetirlo"-les dije, pero sólo sonrisas de cansancio:-"Lo tomaré como un sí"-Pensé (en voz alta).En fin, una semana santa...espacial.

Adoro los viernes

¡Ya es viernes! La última hora, (para mí de una a dos), se me ha hecho eterna, pero como todo en la vida, pasó y lo superé (con esfuerzo). Luego sonó el timbre, (que para mis oídos parecía más bien música celestial), y me tuve que ir al comedor. Después de comer me puse a jugar con unos niños pequeños, pero cuando se fueron, mi amiga y yo nos aburrimos. Luego nos metimos en un lío, pero me salvó mi madre (que tenía que recogerme y se enfadó cuando le informaron). Poco después vino la madre de mi amiga, pero espero que no se enfadara mucho con ella, (que no lo pude ver porque me tuve que ir). Llegué a mi casa algo mareada por el viaje en el coche y por dolor de cabeza. No me puse a hacer los deberes (ni hablar), sino que tiré la mochila en un rincón de mi habitación (me parece que me pasé). Me puse a escribir en mi blog, que es lo que estoy haciendo ahora... En fin... ¡QUE YA LLEGÓ EL FIN DE SEMANA!

Estoy cansad@

Estoy cansada de la rutina diaria, sin que pase casi nada interesante, sin que tenga nada que contar. Me gustaría tener las plumas igual que en este poema, pero que mis alas pudieran volar, para huir de esta rutina, y marcharme lejos a soñar.

Estoy cansado


Estar cansado tiene plumas,
tiene plumas graciosas como un loro,
plumas que desde luego nunca vuelan,
mas balbucean igual que loro.
Estoy cansado de las casas,
prontamente en ruinas sin un gesto;
estoy cansado de las cosas,
con un latir de seda vueltas luego de espaldas.
Estoy cansado de estar vivo,
aunque más cansado sería el estar muerto;
estoy cansado del estar cansado
entre plumas ligeras sagazmente,
plumas del loro aquel tan familiar o triste,
el loro aquel del siempre estar cansado.

Luis Cernuda Bidón.
Estoy cansado.

Cuento

Erase una vez una princesita que lo tenía todo. Pero aún así ella no era feliz. Las habitaciones de su castillo eran las más grandes de toda la región, y no existía un festín mejor. Su cama era gigante, y su habitación como una casa entera. Comía en una mesa tan larga como una avenida, y había un montón de bufones dedicados a que no se aburriese. Pero eso no era suficiente.
Un día más aburrido de lo normal, se asomó a la ventana mientras el bufón hacía piruetas. A lo lejos, en una plaza del pueblo, unos niños jugaban al escondite. Parecía que se lo pasaban bien. La princesita se dio cuenta de lo que necesitaba. Fue al salón del trono, donde estaba su padre, y le dijo:
-Papá, quiero salir a jugar al pueblo.
-Hablaremos mañana que estoy ocupado.-La princesita se fue a dormir y al día siguiente volvió a ver a su padre, y le dijo:
-Papá, quiero salir a jugar al pueblo.-Él le contestó lo mismo que el día anterior. Así pasó una semana. Ella volvió a ver a su padre y le volvió a decir:
-Papá, necesito ir a jugar con los niños del pueblo.-Él la miró y le dijo preocupado:
-Eres una princesa. No puedes ir a jugar con los plebeyos.
-Pero si no, no seré feliz.
-Vale, lo pensaré.
Pasaron tres semanas y media, y el rey la mandó llamar:
-Me lo he pensado.
-¿Qué has pensado padre?
-¿Qué pasará si no te deje?
-Que no seré feliz nunca.
-Yo soy tu padre y quiero que seas feliz, así que ve a jugar si quieres.
-Te quiero papá.
-Yo también hija.
La princesita bajó al pueblo y le preguntó a los niños si podían jugar juntos. Ellos la aceptaron y la princesita tuvo muchos amigos y fue para siempre feliz.
La amistad es un tesoro más valioso que el oro.

mi vida en 6 palabras

¿Mi vida?...un laberinto sin salida.

Microrrelato

Entré en el salón y el loro seguía allí, diciendo: -Ya estoy en casa.